Con la llegada del covid-19, las actividades diarias de los niños sufrieron serias modificaciones: los menores pasaron de compartir con diferentes grupos de personas en el colegio; los cursos artísticos, la práctica de deportes y las actividades recreativas entre otras; a estar solos en sus casas, acompañados de su familia. Este cambio ocurrió de un momento a otro, no hubo preparación alguna, y de ahí en adelante, se experimentó para construir una nueva realidad.
A partir de ese momento, el aislamiento fue la nueva cotidianidad, y el único medio para compartir con los demás, fue la virtualidad; esto produjo una disminución seria en las actividades físicas de los niños, lo que ocasionó efectos negativos sobre el aparato locomotor (músculos, huesos y articulaciones), tomando protagonismo el sedentarismo, un factor de riesgo para el sobrepeso y una pérdida de la capacidad aeróbica de la población infantil, la cual se expresa en términos de fatiga, falta de energía y/o decaimiento.
Desde el inicio de esta pandemia, los niños han sufrido consecuencias negativas en diferentes dimensiones de su cotidianidad:
La educación, sobre todo en aquellos casos donde no hay posibilidad para mantener la educación a distancia, ya sea por el acceso a internet o porque no hay adultos que los acompañen.
El movimiento, el derecho al juego, la recreación, el esparcimiento donde los niños no tienen la libertad de explorar en otros medios. Esta imposibilidad para desarrollar diferentes actividades a través del movimiento, genera estancamientos en procesos vitales de los niños como el crecimiento, la maduración, el aprendizaje y la socialización, ya que para que se produzca un aprendizaje en la coordinación de movimientos, es preciso que el sistema nervioso y el sistema muscular haya conseguido un nivel idóneo de maduración.
Desde mi experiencia personal, con mi hermanito “Jerónimo” de tan solo 4 años, las adaptaciones incluyen la realización de actividades con muchos niños que se conectaban vía zoom para ejecutar los circuitos donde debía correr, saltar, gatear, patear, lanzar, entre otros, y en donde todos planeamos realizar las actividades; con la orientación desde mi rol como fisioterapeuta, simulamos aros con sábanas y otros materiales u objetos de la casa para los ejercicios, una experiencia que marcó la vida de mi hermano y la mía, y la cual disfrutamos minuto a minuto.
A propósito del desarrollo corporal, los movimientos y toda la esfera psicomotriz, se va construyendo en la relación con el otro. Pero también el movimiento y el juego son las posibilidades que tienen los niños para elaborar aprendizajes significativos a partir de sus experiencias.
El juego no es solamente diversión. El juego es la posibilidad que tienen los niños para poder tramitar sus experiencias vitales, es la libertad de sus movimientos, es crecimiento emocional, representando, haciendo roles, simbolizando lo que van viviendo en su cotidianidad. Por lo tanto, si esto se ve restringido, se está perdiendo muchas de las capacidades motrices de los niños.
RECOMENDACIONES PARA REALIZAR “EN CASA”
Después de vivir esta etapa, nos quedan algunas tareas de vital importancia:
Bailar, porque implica un nivel de atención, se puede hacer en familia, mejora el estado de ánimo y es divertido.
Realizar ejercicios como imitar pasos de animales, donde se ejerciten de una manera global: salud ósea, articular, fuerza muscular y estabilidad.
Desarrollar pequeñas actividades de al menos 30 minutos, dos o tres veces al día, como, por ejemplo, aprender coreografías con sus canciones favoritas; esto nos ayuda a mejorar la coordinación y ritmo.
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